Antes del debut

PABLO MÉNDEZ

El aspecto psíquico y emocional de un jugador de fútbol es un elemento clave de su desarrollo como profesional en etapas tempranas de su carrera. ¿Qué lo hace tan relevante? Agustín Amado cuenta su experiencia antes de su estreno en primera.

La ansiedad por llegar a primera división. La expectativa por la firma del primer contrato. La búsqueda de estabilidad laboral. El ingreso económico como una motivación personal y familiar. El estilo de vida asociado a su carrera y las presiones que enfrenta un futbolista le exigen al jugador de formativas una preparación mental y emocional sólida.

Según la visión de Mónica Viñoles, psicóloga especializada en deporte, con experiencia en instituciones y en atención a deportistas, cada caso tiene sus particularidades, pero existen características que comparten todos los futbolistas que incrementan la necesidad de trabajar en salud mental. Desde su experiencia, explica que esto se evidencia en los inicios de los futbolistas, porque se “adultizan” temprano. “Adoptan un estilo de vida desde muy jóvenes, dedicándose solo al fútbol y quemando etapas. Algo que, en muchos casos, sin una red de contención acorde, termina haciendo mella en la psiquis”, cuenta Viñoles.

La historia de Agustín Amado (20) permite acercarse a lo que viven algunos muchachos que persiguen el sueño de convertirse en profesionales. Él tomó una decisión y no culpa a nadie por ello. Se dedicó al fútbol y dejó de estudiar por elección. Hoy se arrepiente de dejar el estudio, pero dedica todo su tiempo al deporte, como en sus inicios. Comenzó a jugar al fútbol en Santa Lucía, de donde es oriundo, en el club local Wanderers. Allí pasó desde baby hasta la sub-20, y fue citado para la selección de Canelones en las categorías sub-15 y sub-18.

“Yo pensaba solo en jugar, jugar y jugar. Además, veía que podía dedicarme a eso, entonces dejé la UTU en segundo de ciclo básico”, asegura Amado. En aquel entonces dio “uno de los grandes pasos” en su carrera: comenzó a entrenar en las formativas de Peñarol.

Cuando Viñoles se refiere a la “adultización temprana” y habla de “quemar etapas” incluye que en sus comienzos el futbolista adopta los hábitos de entrenar, alimentarse correctamente y descansar, pero descuida otros aspectos. Aquí aparece el abandono de los estudios, pero no solo esto, sino también el no tener cuenta que el fracaso es un escenario posible.

“Los juveniles de la tercera categoría o de la cuarta, en algunos casos, pasan a primera división, pero otros quedan en el camino. Llega el 1%, entonces ¿qué pasa con todos esos jugadores que no lo logran?”, cuestiona la psicóloga. Amado siempre quiso dedicarse al deporte, pero se arrepiente de no estudiar porque “nadie tiene nada asegurado”. Se dio cuenta de esto después de un fuerte revés en su carrera.

A los 16 años, el volante central viajaba todos los días para entrenar en las juveniles de Peñarol. En quinta división viajaba con dos compañeros -que quedaron libres luego del primer año- para luego en cuarta y tercera hacerlo solo. Fue durante este lapso, en el que dice haber recibido falsas promesas relacionadas a la firma de su contrato, cuando comenzó a sufrir ataques de pánico y crisis de ansiedad.

Lo que se vive

La crisis de ansiedad estaba asociada a espacios exteriores y, específicamente, a los momentos de entrenamiento. “Pensaba todo el tiempo cosas malas. Me tocaba el pecho para controlarme los latidos del corazón y sentía que me iba a pasar algo. Llegaba un momento que me desconcentraba de la práctica, estaba en otra”, recuerda Amado.

Para comenzar a comprender el tema, según el psicólogo Santiago Coitiño, es importante diferenciar el miedo de la ansiedad, porque esta última no siempre es algo negativo. “La ansiedad en sí misma no es un problema”, dice, y explica: “Es el temor, en general, a la posibilidad de una situación que puede ser amenazante, que provoca que el cuerpo, si se siente amenazado, se prepara para huir o atacar, cosa que nos ayuda. Por el contrario, el miedo es una reacción a la situación que se me presenta”.

Ahora bien, la crisis de ansiedad está asociada a una “bola de nieve disfuncional” -compuesta por temor acumulado y pensamientos negativos continuos- que no permite al individuo adaptarse a la situación. Entonces es cuando comienzan temblores, sudoración fría e hiperventilación, que pueden relacionarse con factores específicos o con muchas vulnerabilidades que generan la ansiedad. Para Amado la expectativa por la firma del contrato era un factor, pero aportar económicamente en su casa y asegurarse su continuidad en la carrera eran elementos asociados que provocaban estas situaciones.

Diferente era la experiencia del jugador cuando lo que sufría eran ataques de pánico, episodios durante la noche en los que sentía que se moría. “La primera vez fue en mi casa. Noté que el corazón me latía muy rápido, empecé a marearme y me temblaba todo el cuerpo. Me levanté de la silla y fui al cuarto de mi abuela. Ella logró calmarme y me llevó al hospital, por precaución”, recuerda.

No lograba diferenciar realmente en aquel entonces las dos situaciones por las que atravesó, pero según Coitiño, es común sufrir ambas y confundirlas. “Podés tener una crisis de ansiedad, relacionada a estímulos generales o particulares, y que esta desencadene en un ataque de pánico. La primera es gradual, el segundo es repentino”, dice el especialista. Lo que Amado notaba era que la intensidad de sus ataques de pánico superaba con creces aquella asociada a la crisis de ansiedad.

Buscar respuestas

La permanencia de Amado en Peñarol pendía de un hilo. Relata que su representante había recibido varias veces el interés del coordinador de formativas por que permaneciera en el club, pero el contrato no llegaba. En este contexto, Amado había comenzado a trabajar con el psicólogo de los juveniles, para buscar explicaciones a los episodios que enfrentaba.

Con el paso de los meses, la situación con Peñarol se desgastó totalmente. Le notificaron que los cupos de contratos se habían llenado y el mediocampista cerró su etapa aurinegra. Fénix le abrió las puertas.

El jugador recuerda que en aquel entonces los ataques de pánico y de ansiedad se habían calmado considerablemente. Amado había firmado un contrato con el club de Capurro y tenía la chance de pelear por un puesto en el equipo titular, una meta que venía siendo esquiva hacía más de dos años.

“En aquel momento no encontraba razones para lo que me pasaba, pero hoy puedo asociarlas a una gran frustración. Sentir que todo el esfuerzo no valía de nada y que ahí me iba a quedar”, recuerda.

Carina Posse, psicóloga encargada de las divisiones juveniles en Wanderers, afirma que saber asimilar el fracaso es una variable central que debe enseñarse. Según ella, los jugadores saben que el porcentaje que alcanzará su objetivo es mínimo, por eso la clave está en la forma de abordar el tema. “En formativas, hay que acercarlo desde un lugar que ellos no lo reciban como una agresión. Que no sientan que les están diciendo que no van a poder, mientras hacen un gran esfuerzo para estar ahí”, explica.

Amado comenzaba a construir una relación de confianza con el psicólogo de las formativas de Peñarol cuando se fue a Fénix y se embarcó en un nuevo desafío. Esta vez sin psicólogo institucional, surgió un nuevo obstáculo, algo que fue suficiente para que el jugador volviera a experimentar ataques de pánico y episodios de ansiedad.

Describe ese momento como uno de los más duros que atravesó. Con el cambio de técnico, dejó de ser tenido en cuenta y eso lo desmotivó. El jugador había logrado grandes avances con el DT, pero con el ingreso de uno nuevo tuvo que comenzar de cero. “Estuve una semana sin ir a entrenar, porque no quería salir de mi casa”. En ese tiempo, encontró el apoyo de los referentes del club, entre ellos, Fabián Estoyanoff, quien había tomado la iniciativa de compartir su experiencia personal con todo el plantel.

“En aquel momento me llamó para decirme que estaba a la orden, que lo mejor era que volviera a entrenar. Él había pasado por momentos parecidos y encerrarme no me iba a ayudar”, cuenta el jugador. En aquel entonces, el peso más grande para Amado era la vergüenza de que sus compañeros se enteraran de lo que le pasaba, pero el reencuentro con el equipo le cambió la perspectiva. “Sentí el apoyo de mis compañeros, porque volver a entrenar era no estar tan solo al final”.

Más cerca

Para el comienzo de la temporada 2022, Amado renovó su contrato con el primer equipo de Fénix, en el que sigue peleando para alcanzar el debut en primera. Desde hace un año trabaja con una psicóloga, no solo para mejorar su confianza en la cancha, sino desde un enfoque integral. Busca respuestas para los episodios de pánico y ansiedad que atravesó. “En el trabajo con la psicóloga logré encontrar cosas que arrastro desde que soy chico. Secuelas que me han quedado que también explican lo que me pasa hoy”, señala.

Está convencido de que el camino que busca transitar dentro del fútbol tiene otro tinte, en especial porque acepta lo que le pasa y busca aplicar las herramientas que adquiere al fútbol. En su reflexión recalca el valor que tuvo para él acercarse a una profesional. “Me cambió todo, porque ahora me siento acompañado y me hace ver las cosas diferente”, dice. “Me doy cuenta de que no estoy lejos de mis objetivos, que fue algo que siempre sentí, que nunca iba a llegar. Me estoy preparando, pero cuando menos lo espere las cosas se van a dar”.

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