Psicología primitiva: el dilema entre prevenir y reaccionar

NAHUEL CASURIAGA

El diagnóstico sobre salud mental en el fútbol profesional uruguayo es variado: algunos clubes entienden que el psicólogo debe ser citado solo en caso de ser necesario y otros reconocen la necesidad de tenerlo a disposición de manera permanente. Pero 15 de 28 clubes ni siquiera tienen. ¿Cómo se trabaja la salud mental en el fútbol y qué hace falta para mejorar la atención?

“No estamos laburando el tema como hay que laburarlo. Pensando en frío, si mañana se nos pega un 'corchazo' un compañero, nos vamos a lamentar”, expresa Santiago López, delantero de Villa Española, un club que en 2021 recibía cada 20 días la visita de un psicólogo que brindaba charlas grupales para el plantel de fútbol. El profesional de la salud mental no estaba contratado por el equipo, era un amigo de la casa que da una mano de forma honoraria. Sin embargo, López entiende que “un taller cada 20 días no son la solución” a los problemas que puede presentar la salud mental en el ámbito de un equipo de fútbol profesional. En la actualidad su equipo descendió a la “B” y el profesional que los ayudaba de vez en cuando ya no sabe si podrá hacerlo por superposición de horarios.

Los inconvenientes derivados de la salud mental son una problemática internacional. Según una investigación de la Federación Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPRo) divulgada en 2021, entre el 20% y el 35% de los futbolistas profesionales ha informado alguna vez tener un problema de salud mental.

Gabriel Gutiérrez, psicólogo deportivo con 20 años de trayectoria en instituciones como Nacional y la selección uruguaya, está seguro de que la presencia de un experto en el club contribuye a la elaboración de una “red de contención” para el futbolista.

El mapeo general del fútbol profesional uruguayo deja en evidencia que la atención psicológica se reconoce como una necesidad, pero más de la mitad de los clubes no la atiende con un psicólogo fijo: 15 de los 28 equipos no tienen a nadie a disposición, y solo cuatro (Nacional, Atenas, Defensor Sporting y Rentistas) cuentan con un psicólogo en primera división y en formativas, según una investigación realizada desde agosto de 2021 a enero de 2022 en consulta con al menos dos fuentes de cada club profesional.

“En 2021 tuvimos el caso de un futbolista que faltó dos semanas porque estaba con depresión, lo dejamos que faltara y le respetamos la parte salarial. Cuando él estuvo bien nos juntamos a charlar para ponernos a disposición”, contó Agustín Manzione, director de la Sociedad Anónima Deportiva (SAD) que administra Central Español. Dijo que el futbolista está feliz y agradecido por las charlas personales que tiene con un psicólogo, al que denominó como extra. “Va por fuera del club, no forma parte de los empleados diarios. Es más, las sesiones de él son por Zoom, nunca fue a Central”, añadió. De todas formas, el dirigente valora que ha logrado ayudar a más de uno de ellos.

No existe un presupuesto asignado para la salud mental en Central Español. La tratan “caso a caso”, por fuera de la institución. “Sabemos que no podemos contar con un psicólogo las 24 horas y personal para todo el plantel, pero dentro de nuestras posibilidades tratamos de ayudar y ponernos a disposición”, detalló el director de la SAD. Manzione también contó que entre octubre y diciembre de 2021 tuvieron a un coach que no dio resultado con sus sesiones grupales.

El coaching deportivo se enfoca en potenciar el rendimiento individual utilizando técnicas como el diálogo con la persona, la escucha y la formulación de preguntas. Manzione describió así su experiencia: “Nos generaba un gasto enorme y los jugadores no se soltaban. Nadie va a poder sacar sus problemas frente a 25 personas. Y si ponés un psicólogo, pero los chicos no lo quieren, no se lo podés imponer. El coach fue de las cosas que yo pensaba que iban a funcionar y la verdad que no justificó la inversión. El presupuesto del coach era como el top tres de los jugadores más caros”.

A nivel del cuerpo técnico trabajan con lo que tienen a su alcance: “Si hay un jugador que tiene reacciones que no son habituales, le preguntamos cómo está en su vida personal. Es una cuestión más intuitiva y artesanal que especializada”, declara Mario Slazmyc, director técnico de Central Español.

Según informaron dos psicólogos en actividad, el costo que le puede generar a un club tener un terapeuta fijo depende de la carga horaria, pero el salario más alto equivale a unos $40.000 mensuales. Y, por citar un caso, un especialista que trabaja en una sola categoría de formativas, asiste dos veces por semana y el día del partido percibe “casi $20.000”.

Qué hace falta para mejorar

Impotencia, frustración y presión. Son palabras que escogen dos de los futbolistas consultados para definir las sensaciones que genera su ámbito de trabajo. Y ante la falta de respuesta institucional y de recursos, algunos de ellos deciden pagar un profesional por su cuenta. “Acá no hay apoyo de nada, y entre compañeros menos, tenés que lidiar vos mismo con tus situaciones particulares”, cuenta Edwin Salazar, delantero colombiano con contrato en Rocha.

Luego de ver cómo se le caía una oportunidad de emigrar y de no tener oportunidades en el equipo rochense en 2021, decidió acudir por su cuenta a una psicóloga: “Opté por ir a terapia porque es el tercer cuerpo técnico que me relega, entonces pienso que quizá tengo algo que no está bien”. Le bastó con una sesión para identificar la solución: charlar con el técnico para conocer de primera mano por qué no tenía minutos en cancha. La respuesta del DT no fue la esperada. Aunque él hacía méritos para jugar, el entrenador prefería poner a otro compañero. Tras esa decisión ajena a su voluntad dejó de darle prioridad a su carrera y lanzó un negocio de compraventa en una plataforma online. “Un profesional en psicología deportiva le da nombres a los problemas y a sus soluciones”, cuenta. De todas formas, el futbolista sigue entrenando y, a pesar de que su equipo descendió, decidió quedarse para disputar la Primera División Amateur.

En busca de proporcionarle herramientas a los futbolistas, el rol del psicólogo deportivo es fundamental para el diagnóstico y la resolución de posibles conflictos. ¿Cuáles pueden surgir y cuál es el objetivo del especialista en estos casos? El experto se enfoca en el rendimiento y en la promoción de la salud mental. Algunas cuestiones como la ansiedad precompetitiva o la rehabilitación de lesiones deportivas pueden ser tratadas mediante ejercicios concretos.

“A veces el deportista tiene el alta médica, pero no tiene el alta psicológica, y, producto de la lesión, se le generaron una cantidad de miedos que todavía no resolvió para realizar determinados movimientos”, afirma Pablo Ferreira, psicólogo deportivo con ocho años de experiencia en las formativas de Wanderers (desde 2006 a 2014). Para atender estas situaciones existen ciertas técnicas como la relajación progresiva de Jakobson, caracterizada por contraer y relajar distintos grupos musculares. Otro método que se aplica es la desensibilización sistemática, que expone a la persona a la situación temida de manera progresiva, desde el estímulo menos temido al más temido. Esta última se utiliza en la rehabilitación de lesiones deportivas para que el jugador pueda, por ejemplo, combatir el miedo a realizar el movimiento que lo llevó a la lesión anterior.

La cantidad de variables y situaciones son imposibles de sintetizar, pero para estar atento a cada caso Ferreira considera que lo ideal es el trabajo cotidiano. “La gran ventaja que uno tiene cuando trabaja con los deportistas en el día a día es que empieza a darse cuenta de cuáles son las conductas habituales”. Así es más sencillo detectar si hay un cambio repentino de comportamiento, como puede llegar a ser la ira, el alejamiento de sus compañeros de equipo o los problemas de insomnio de una persona que no solía experimentar esas situaciones.

Existen otros casos en los que hay “una cuestión demasiado patológica”, como cuando se detecta depresión o adicción a determinada sustancia, y allí lo que se recomienda es la derivación a un psicólogo clínico. Se enciende la alarma y es momento de actuar.

“En Uruguay, eso pocas veces sucede. Debería existir un departamento de psicología del deporte que abordara esas situaciones, como existe en Sevilla o en River de Argentina, donde hay psicólogos especializados desde lo clínico, desde la neuropsicología y también desde la psicología del deporte, que pueden trabajar de forma integral. Eso sería lo ideal”, afirma Ferreira. El experto se une al coro que señala los recursos económicos como el factor responsable de que eso no exista.

Aun así, se puede trabajar la problemática utilizando herramientas de detección rápida con los recursos humanos disponibles. Una de ellas es el cuestionario de factores psicológicos asociados a rendimiento deportivo que los especialistas suelen hacer cuando se enfrentan a un grupo numeroso. “Ahí podemos encontrar determinados parámetros que nos encienden la alarma de que tenemos realizar intervenciones puntuales”, explica Ferreira.

Por encima del fútbol

En 2021 hubo tres suicidios de futbolistas y exfutbolistas en Uruguay y, si bien no es la única problemática vinculada a la salud mental en el fútbol, está claro que trasciende a este deporte. En 2020 se registraron 718 suicidios en Uruguay, es decir, en promedio, dos personas por día se quitaron la vida. En la franja de personas de entre 15 y 24 años, el suicidio fue la principal causa de muerte, según Lorena Quintana, responsable del área Adolescencia y Juventud del Ministerio de Salud Pública (MSP).

Hay equipos que reaccionan a los acontecimientos en lugar de tener una actitud preventiva, que es lo que recomiendan los profesionales de la salud mental.

“Tendríamos que trabajar para que los chicos se preparen, para que utilicen el tiempo libre en cuestiones activas como aprender un idioma, manejar herramientas digitales o terminar el liceo, si no lo han hecho”, afirma Ernesto Dehl, presidente de Cerro Largo. Sin embargo, el club no dispone de un psicólogo deportivo “permanente” que asesore a sus futbolistas ni en el plantel principal ni en formativas y son pocos los que concurren al terapeuta por fuera del club. “Los psicólogos son muy preventivos, nosotros solemos atacar cuando hay un problema”, acota Dehl, aunque cree que deberían tener terapias grupales que trasciendan las necesidades momentáneas. De todas formas, desde el club arachán aseguran que, si un jugador solicita atención psicológica, de inmediato la tiene por intermedio de una psicóloga que colabora de forma honoraria. “Es la esposa de un dirigente que aporta sus servicios cuando el club lo requiere y está a disposición de la institución”, añade el dirigente.

Dehl también apela a los recursos monetarios para justificar la falta de un psicólogo fijo. Tampoco ve la utilidad de ese trato cotidiano con los jugadores que los expertos en psicología deportiva señalan como un requisito para poder hacer un buen trabajo. “Un psicólogo de forma permanente no sé cuánta actividad puede tener para estar todo el día en una institución. Para mí, si visita los planteles cada 15, 20 días o un mes y conversa con ellos, puede llegar a ser”, dice. Pero eso tampoco ocurre en su club con la psicóloga honoraria.

En el caso de Montevideo City Torque se hace un seguimiento de la salud mental del equipo con los entrenadores, profesores y las familias de los futbolistas, al mismo tiempo que organizan charlas sobre salud mental. Pero no cuenta con un profesional fijo en el club. “Hay un psicólogo tercerizado que se cita en caso de ser necesario”, declaró Pedro Bordaberry, asesor externo de la institución gestionada por una SAD. A su vez, fuentes del club informaron que tienen un staff médico al que el jugador puede recurrir en caso de desearlo. La otra forma de que pueda recibir asistencia es si el médico considera que el futbolista necesita charlar con un profesional, en previa consulta con el jugador.

Ante la pregunta de si cuentan con un protocolo para atender urgencias en términos psicológicos, desde Torque respondieron: “Ese es el protocolo, llamar enseguida a la jefa para comentarle cualquier tipo de problema que esté teniendo, desde fiebre hasta un ataque de pánico, y después la médica deriva o no si es algo para tratar psicológicamente”. Respecto a cuál es el motivo por el que deciden citar al psicólogo cuando se lo precise y no tenerlo trabajando en el día a día, comentaron que “capaz tener una persona en el club no es la prioridad en cuanto a ese puesto, pero sí tenerla siempre a la orden”, argumentando que, si el jugador llega a necesitar atención, se contacta a un psicólogo en el día y “ya está siendo atendido”. Otra de las razones que comentaron es que “por los trabajos de los psicólogos a veces es preferible que no estén tanto tiempo” en el club, en referencia a que tienen otras consultas.

Sin confianza, nada

Diego Arismendi, mediocampista de Torque, pone en evidencia otra de las dificultades que presenta la atención psicológica en un plantel: la desconfianza de los jugadores. “El psicólogo del equipo habla con el cuerpo técnico, entonces no charlás con la misma confianza que con un psicólogo personal”, expresa.

El psicólogo Pablo Ferreira reconoce la situación. “Es un problema grande: hay muchos jugadores que no tienen confianza en el psicólogo que trabaja en el club y consultan de forma particular. A mí me ha pasado”. El profesional cuenta que lo primero que hace al hablarle a un plantel es asegurarles que no compartirá con el entrenador ninguna información de carácter personal que los jugadores le transmitan.

En Central Español confirman la sospecha de Arismendi, pero afirman que la intención es lo que cuenta. “Si hay un jugador que vive una situación en la que lo puedo ayudar, me gustaría saberlo para estar al tanto y ver las cosas que podemos cambiar. Si el psicólogo cuenta, no es con mala intención”, afirma Agustín Manzione, director de la SAD que administra la entidad deportiva, que reconoce que existe diálogo entre el entrenador y el psicólogo que es convocado ante situaciones puntuales. “Si tienen un problema y yo no los ayudo, ese problema se hace más grande. Yo quiero prevenir en vez de curar”, dice.

La excepción y no la regla

Lunes, 9 a.m. Los jugadores de Albion acaban de comenzar la práctica y se disponen a realizar el calentamiento precompetitivo. Al cabo de unos minutos el entrenamiento empieza y, de forma sigilosa, como si nadie lo viera, Germán Vikonis se sienta a un costado del campo de juego con la tarea de observar el comportamiento de los jugadores. Si percibe algún cambio brusco, espera al final de la jornada para charlar de forma personal con el jugador. Así lo hacía desde 2020 cuando se produjo su arribo al club como psicólogo institucional. “Leonardo Blanco (expresidente del club) me pidió que encaráramos la preparación de las dos finales por la permanencia. Entonces ahí se armó una estrategia y se trabajó a nivel grupal”, manifiesta el profesional, que se enfocó en las capacidades psicológicas como la atención y concentración. “Tratás de sacarle un poco la presión que pueda sentir el jugador o la ansiedad precompetitiva. Y en esos casos los juegos se mezclan en los reducidos directamente”, cuenta Vikonis en referencia a los ejercicios que realizaba con los jugadores de primera en un pequeño sector de la cancha y con menos jugadores de campo que los habituales once. Durante 2021 el psicólogo estuvo trabajando con la primera división y los juveniles, pero en la actualidad se aboca específicamente a las formativas por pedido exclusivo de Ignacio Risso, nuevo técnico para la temporada 2022, según informaron desde la nueva gerencia deportiva del club.

Federico Velázquez, uno de los capitanes de Albion, solo tiene elogios para el trabajo del psicólogo y reconoce que el hecho de haberlo tenido de lunes a viernes a disposición del plantel “iba generando una confianza, un vínculo que te lleva a abrirte”. Sin embargo, el defensor reconoce que le cuesta sentarse a dialogar sobre su salud mental, tal como comentó Arismendi. “Más que nada a los jugadores más grandes, que no estamos acostumbrados. En Uruguay estamos muy atrasados”, dice.

¿Qué priorizar: primera división o formativas?

En el fútbol uruguayo hay cuatro clubes que cuentan con un psicólogo en formativas y en primera división, uno solo la trabaja en la máxima categoría y ocho en juveniles. Las cifras introducen la discusión acerca de cuán importante es la presencia de un psicólogo en el proceso formativo y en la primera división, un debate que no está resuelto. María Noel Givogre, presidenta de la Sociedad Uruguaya de Psicología del Deporte, explica que “existe la idea de que los jugadores que tienen experiencia no necesitan tener psicólogo en el equipo, que es más para juveniles. Pero, en realidad, las presiones y todo el trabajo nuestro en los planteles principales son mucho mayores que lo que podés hacer en formativas”. Givogre entiende que es importante la preparación que se le brinda a los jóvenes, pero que las dificultades reales en cuanto a salud mental se visualizan en los planteles principales.

Por su parte, Pablo Ferreira considera que el especialista “antes de ser un trabajador del entrenamiento mental debe ser un promotor de salud y, por ende, es mucho más importante estar en divisiones formativas”. De todas formas, Ferreira detecta un inconveniente y es que “en primera división están los mejores profesionales”, porque es donde se paga mejor. Según Givogre, en condiciones ideales, cada equipo y cuerpo técnico de cada categoría contarían con un profesional de la salud mental. “¿Cómo hacés para estar con cuatro categorías si entrenan a la misma hora? Es imposible trabajar bien así”, plantea.

La realidad de Peñarol y Nacional en cuanto a salud mental es diferente, pero los dos sufren el mismo inconveniente: la escasez de personal respecto de la cantidad de jugadores. En el aurinegro hace tres años que cuentan con Marcos Gentín a cargo de seis categorías, pero antes no habían tenido nunca un profesional fijo allí, sino que tenían a Grisel Malakian “de referencia” para casos puntuales. “Son unos 150 chiquilines, más los cuerpos técnicos, que también trabajo con ellos. Es una población muy grande para un solo psicólogo”, asegura Gentín. En la actualidad, Malakian se encuentra a disposición del plantel de primera, pero no trabaja en el día a día con ellos y el cuerpo técnico.

Por su parte, el tricolor hace 15 años que trabaja en formativas y tiene tres profesionales a disposición. “Tenemos 180 juveniles varones y ahora tenemos toda la misma población en mujeres”, manifiesta Verónica Tutte, psicóloga deportiva que se aboca a dos categorías albas. Todos los profesionales a cargo tienen un plan común, pero lo adaptan según la edad de los deportistas. En primera división el club incorporó en enero de 2022 a Damián Benchoam, que estaba trabajando en formativas y es el mismo psicólogo que trabaja en las juveniles y en la primera división de Atenas. A su vez, el club tuvo a Gabriel Gutiérrez como psicólogo de la primera división durante 2020 y parte del 2021, según informó Sebastián Taramasco, gerente deportivo de Nacional. De todas formas, en ninguno de los equipos grandes hay un psicólogo por cuerpo técnico y por categoría, que sería lo ideal, según Givogre. La infraestructura y los recursos asistenciales de los que disponen los profesionales de la salud mental en el fútbol uruguayo tienen mucho más que ver con lo terrenal que con lo idílico.

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